Flujo desorbitado

© Flujo desorbitado
Por Alberto Andrade

Se escucha un estornudo como un Big Bang creador. Entretanto, el agua de la ducha se calentaba avanzando hacia la ebullición. Pensativo, miraba como sus pies se regodeaban con tan revitalizador masaje. Agolpados en la puerta por donde salen, hirviendo como queriendo salir a presión, los pensamientos se atropellaban y confundían. Qué impresionante es la cantidad de ideas que se aglutinan en tan sólo un instante. Son tantos los pensamientos, que en este instante en que ya están pasando a ser escritura ya no pueden estar todos en el orden en que aparecieron. Pero adquieren secuencia de narración con la palabra como hilo conductor. Si pudiéramos escribir todos nuestros pensamientos de cada día, creo que escribiríamos mucho más de cien páginas. Sí, creo que escribiríamos un libro cada día, pero de entre todo eso, como de entre el material que se procesa en una mina, qué cantidad, entre toda esa superficialidad, serían verdaderos brotes de la profundidad del alma. Cuanto oro podríamos obtener de esas explosiones que se producen a cada instante, como las explosiones que ocurren en nuestro Sol y que se producen, como en nosotros, en sucesivas oleadas incapaces de ser contenidas en el interior. Sí, ya sé que al leer estas cosas no pueden dejar de analizarme y concluir que según Jung esto es… según Freud este hombre… que Lacan… y según y según y según… ¡al demonio con todo eso! Les confieso que estando en la cocina y picando una cebolla, que para cortar en cubitos diminutos necesita mucha paciencia y tiempo, esbocé la madre de las teorías… casi un dogma. La madre de los inventos, la necesidad, en este caso la necesidad de cortar rápido y en mayores cantidades que sólo una cebolla, es la causa del apabullante avance tecnológico y la sofisticación de esa tecnología. Quizá sea una locura, pero ¿quién ha dicho que este mundo obedece a un principio de cordura? Creo que todo lo que se pregona trata de acallar la creencia dudosa en lo contrario. Eso de que primero fue el caos y luego el orden, bueno, preguntémonos ¿por qué nuestras vidas se rigen contrarias a la secuencia de la creación que canta el génesis, donde primero era la oscuridad o la nada y luego fue cuando llegó la luz, la realidad material. Vemos entonces que allí primero está la noche, la calma, la tranquilidad, donde la locura duerme, luego viene lo que sería el día, la actividad frenética en la que la actividad febril, y en apariencia cuerda, toma un cariz, sólo aparente, de orden, un orden ordenado (me disculpan la redundancia) sólo para esconder o disimular una locura que no es más que la forma en que aquellos que no se aceptan, o peor aún, que no se conocen, ni siquiera un poquito, esconden su temor o su terror a dejar entrever esa condición de su precariedad. Como dije antes, mientras esto leen, seguirán haciendo análisis de mi personalidad, bueno, no es que los quiera incitar a hacerlo, pero lo que me contenta es que nunca me podrán hacer una carta astral ya que no tengo fecha de nacimiento, ni nacionalidad, ¡ah!, y ni siquiera la hora, ni tampoco un nombre, no he nacido, apenas soy una voz que se expresa, eso sí, sin ninguna intención contraria a la que tengo, sólo expresión. En principio sólo para mí, es un monólogo o un soliloquio como quieran llamarlo, no importa. Lo que sí es verdad, y que me propongo confesar a continuación, es que a pesar de mi inexistencia, los momentos en los que no me expreso, me ocupo de fumar un intoxicante cigarrillo y un trago de licor destructor de neuronas, aunque creo que todo eso no es más que un vano intento de mi parte, ya que no existo.
Hola señores leyentes, como les dije antes de retirarme a fumar un cigarrillo y tomar un trago de licor de café ¡no existo! Ustedes me preguntarán, ¿si no existe, como fuma y bebe? Yo les respondo a su brillante y ocurrente pregunta, con otra, ¿ustedes sueñan? O mientras sueñan, en el caso de que lo hagan, porque no me han respondido, ¿cuestionan esas vivencias? Por si se lo preguntan, también como, y todo lo demás… Bueno, en fin, cuando empecé este párrafo les quería decir, antes que vuelvan a cuestionarme, que mi regreso ante ustedes no pretende venir a decirles nada nuevo, de hecho fíjense como nuestra conversación, o mejor dicho, mi monólogo, se remontó al principio, eso es porque creo en eso de los principios, a ese instante primigenio que no ha dejado de serlo, sigue siendo porque no ha llegado al final, y por lo que presiento le falta muchas páginas… Sin embargo, creo seriamente y firmemente que sólo ustedes quieren llegar al final, en lo que a mí concierne no puedo, ¿cómo que porqué? No les dije ya que no he nacido todavía. Siento sueño, voy a dormir. Antes, una cosita, recuerdan lo de la manzana rechazada por Adán que le cayó en la cabeza al físico que le dio nombre de gravedad a una ley que siempre ha existido y que por su bien debe seguir asegurándolos a su mundo. Bueno, no es que quisiera hablar de manzanas, sino de la importancia de hechos donde las manzanas no tienen nada que ver. Por ejemplo, al señor Einstein nunca lo golpeó una manzana, pero tuvo sus buenos frutos. Creo que él nunca se creyó en un universo muy cuerdo ya que salió de la anterior idea de que la gran maquinaria funcionaba porque le habían dado cuerda, aunque dijo que todo era relativo, es decir, depende del número que muestren los dados. Aunque en el caso de los dados todos saben qué números quedan escondidos. Con manzanas o sin ellas, ahora sí que me voy a dormir. “Nos vemos” en la siguiente línea. Punto y aparte.
Hola de nuevo. Continuando con el tema, ¿cuál tema? No sé por qué trato de hilar, eso es inexistente para mí. Creo que toqué al comienzo ese punto, primero fue la noche y luego el día, se borra o se escinde la continuidad de la faceta, hay una división, el bisturí usado son las palabras. La división no existía, todo era continuidad, pero por protección, el creador no creó, produjo una trepanación, más bien una división. Ese tumor maligno, por llamarlo de alguna manera, siguió su existencia, ya que el mismo creador no tiene o no puede contradecir sus leyes y entonces por amor y respeto deja a un lado esa parte ignominiosa surgida dentro de la perfección para que se consuma en sí misma. Sí, como una transformación alquímica. Por compararla de alguna manera con algo que todos conocemos. Digo que todos lo conocemos ya que basta buscar en enciclopedias o en Internet y ya. Ese proceso llamado creación o génesis atribuido a Dios no fue más que una división, donde ya había una división de agentes menores que luego de esa división se convirtieron en agentes mayores. Claro, con su gran jefe incluso. Ahora, si me preguntan ¿de dónde sacas todos estos disparates? Les respondo, primero con aquella pregunta (y se la repito) ¿ustedes no sueñan? Y luego mi respuesta es, yo soy un soñador, porque sueño mucho, creo que yo mismo soy un sueño, y en esos sueños me encuentro con otros, y en el chismorreo me entero. Y ¿por qué se lo digo? Porque no existo, soy simbólico y me expreso en imágenes simbólicas, y como todos saben “una imagen dice más que mil palabras” y un símbolo, mil y un discurso, cada uno con sus mil y una variante y así ad infinitum como los fractales. Sí, yo sé que me entienden muy bien, porque saben leer, y si lo saben hacer bien, lo saben todo, todo, comprenden (bueno, comprender, sé que no todo) porque su interés o curiosidad los llevará a enterarse de todo lo que necesiten saber, aunque para el momento presente les parezca todo muy confuso o sinsentido. Hablando de sinsentido, ¿ustedes creen que la poesía tenga algún sentido? No esperen mi respuesta, yo no sé nada, esperen, eso sí, su respuesta, que es la que vale. Además, yo no me someto a interrogatorios, soy lo que por ahí llaman “un flujo de conciencia”. Dirigida quizá, pero sólo por la ebullición de “partículas” que en sus encuentros se dicen algo, como las hormigas que en su vaivén, nerviosillo (¡anótenlo! nervio) que parecen pararse a comunicarse “algo”. Algo de lo que seguramente necesitan enterarse. Les voy a confesar un secreto muy mío. Yo no soy de derecha ni de izquierda, ni tampoco de posiciones centralistas o intermedias, creo que para entre-medias sólo los pies. No les voy a explicar nada, es sólo una ocurrencia, que tal vez sólo puede confundir o barajar, ustedes saben, si no ahora, lo saben en el futuro, que a la derecha la gobierna el lado izquierdo y que a la izquierda la gobierna el lado derecho. El centro o el intermedio es solamente el canal por donde circula las dos versiones opuestas, así que el centro es el gran indecidido, parece confundido, pero es la totalidad. Ojo, que no estoy hablando de política. Sólo es un interés en el ejercicio del placentero hábito de discurrir sobre asuntos, y mientras eso discurre… digo… ocurre, mi cigarro en la derecha y mi café en la izquierda. De todas formas eso lo disfruta es el centro ¿nervioso? Les repito que no me gusta el interrogatorio, pero mis facultades de videncia me permite adelantarles información a sus inquietudes, es decir, respuestas a sus preguntas. Si mi derecha está ocupada con un cigarrillo y mi izquierda con un café por supuesto que alguien escribe mi dictado, y, por supuesto, él lo sabe, de hecho, lo escogí para ese fin por su insana curiosidad, también es insubordinado, sordo algunas veces, tantas cosas le he dictado y nada que las ha escrito, otras las ha confundido y lo han confundido, por tanto, no me hago responsable por nada de lo escrito aquí por este señor, incluso les aseguro que cualquier parecido con lo dictado por mí es mera casualidad. Que según los esquimales eso de la casualidad no existe, ni siquiera conocen la palabra ya que no hablan castellano. Si no me creen vayan a China y hablen con un chino que no hable castellano, que sólo hable su lengua madre, y no sólo madre, también padre, abuela, abuelo, hasta remontarse a su primera dinastía, que según ellos vino del cielo, que no se extrañen les digo, ellos no se ofenden por esta apreciación ya que honorablemente honran a todos sus antepasados y como provienen del cielo honran a sus dioses. Como les decía antes del giro ancestral, pídanle al chino que reconozca la palabra casualidad, lo más seguro es que les señale, y eso por alguna casualidad o por la interpretación de que el otro es un extranjero que sólo busca diversión en su país, es decir, un turista en busca de entre-tenimiento, que les señale un casi o no, que la palabra aparecerá escrita, lo más seguro, en inglés, casino, casualmente igual que en castellano y comienza igual que la palabra casualidad, y si ustedes van allá, al casino, verán la gran ruleta y que en el casi-no, si, casi-no ganan, no es casualidad, es porque están inmersos en una gran sopa, o caldo, cuántico por supuesto, donde la infinitud de posibilidades están en la ruleta y que ganarán si dan un salto mortal hacia dentro y caen parados en la mesa para luego observar la ruleta en su rodar de tiovivo y si quieren apostar por alguna posibilidad, láncense dentro para que vean a un universo infinito que gira a su alrededor hacia el lado contrario al que se mueven, porque a todas estas, ustedes creen que están inmóviles. No, ¡se mueven y demasiado! Les hablaría de la acción pero ya Aristóteles en su Poética nombra esa palabra cientos de veces y además de otros cientos de otras palabras para filosofar sobre el tema y Rimbaud nos dice que la acción no es la vida. Ahora encárguense ustedes de enterarse que es eso de la acción.
Nada más que decir por ahora, receso, tomen ese telegrama y si quieren seguir leyendo, allá ustedes. Lo que sigue es lo que yo puedo ver a mi alrededor, lo que ustedes no quieren ver, o no pueden, es igual, lo cierto es que no lo ven, yo se lo contaré para que se aflijan de sus limitantes sensoriales. Quizás haya en esto un poco de mala intención, dirán algunos, pero no es así, ni siquiera intención, porque no es un intento, es un hecho y la angustia será la emoción más placentera. Morboso, dirán otros, quizás, pero es que no puedo callar todo esto. Hay un espejo, pero no es un espejo, me miran y se ven reflejados, para mí ese espejo es sólo un vidrio vacío a través del que puedo pasar a su tinta y papel, soy palabra y texto donde instantes antes era pensamiento, idea, imagen. Yo, como un sueño, me dirijo en el gráfico de la palabra escrita al provocar una reacción en algún sistema nervioso y como un sueño en su nivel más profundo y de mayor actividad febril hago vibrar unas neuronas que mediante impulsos eléctricos bajan hasta una mano que sostiene un bolígrafo que brota su tinta sobre el papel… aunque últimamente se impone el tecleo. Sí, como un encefalograma, pero no, no es eso, podríamos llamarlo más bien un acéfalo-grama, así que cuidado con pisarla, hay multas, porque no tiene piso, es también agramatical, no tiene coherencia, no tiene, por tanto, herencia-compartida, es única o individual, no tiene memoria, por tanto, se puede repetir en sus mismas palabras pero queriendo decir otra cosa, se puede contradecir ya que no obedece a leyes establecidas ni pretende establecer ninguna. Recuerden que no escribo, ni soy escritor, a mí me escriben, o como dijo Rimbaud, me piensan, ya saben, el que habló de la acción, que no lo recuerdo porque no lo conocí en persona pero del que me he enterado en los chisporeteos neuronales o sinapsis. Digo que no recuerdo porque es así, sólo capto de mi entorno esa información que está por doquier como las nubes en el cielo. No obedezco, por tanto, a estructuras mentales ni géneros escriturales o modos vivendis, tengo entera libertad y punto.
Aprovechando esa libertad, continuaré diciendo cosas que todos saben. La historia nos ha dejado inmensas construcciones de las cuales poco se sabe, otras de las que se sabe o hay registro histórico de quienes las erigieron, incluso de cuáles fueron los motivos, en algunos casos, pero a lo que voy es que no son más que dedos acusadores, me refiero a esas colosales construcciones, de la pequeñez e ínfima importancia del hombre, refiriéndome por supuesto al ser biológico que responde a instintos grupales, pero también son espejo y prueba de gran ingenio y capacidad de aprendizaje y superación del hombre a lo largo de su historia. Sin embargo, el hombre no demuestra más que su vano intento por superar su pequeñez en relación a las dimensiones de lo que lo rodea y esto es percibido así porque el hombre se cree separado de su entorno. Grandes cúpulas, grandes torres, grandes campanarios, grandes rascacielos que ya proyectan albergar una ciudad entera en un futuro cercano. Todo eso construido sobre la tierra. Lo último que se le ocurrió, y espero que no sea así, fue ponerle movimiento a esas construcciones y mandarlas al espacio, en su ego-móvil. Eso no es lo peor, lo peor es cuando le coloca megatones mortales y la sola idea me hace desaparecer como una radiación en la nada para quedar reverberando como el sonido de fondo que dicen que tiene el universo desde el estornudo inicial.




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